Encuentro nocturno [privado]

El cielo se teñía de un rojo violáceo porque el sol comenzaba a ocultarse. Ya eran las cinco y tanto de la tarde, pero estuve concentrado todo el tiempo en hacer otro capítulo más de mi vida: Los dibujos de cinco páginas y la historia de tres más se consumieron el tiempo que tuve fuera. A pesar de que comenzaba a anochecer no dejé de hacer mi propio dibujo de este momento, hasta que un escalofrió encrespó mis vellos. Temblé. La época de invierno es mi favorita pero también ya era momento de irme o me enfermaría. Cerré el cuaderno para guardarlo dentro de una mochila y arreglé mi gabardina. El camino sería largo, considerando que mi edificio era de los más alejados.

– Necesito una vida. Es una pena andar sólo. - Suspire y comencé a andar. Un largo camino que se haría aburrido, tal y como mi último dibujo. Mis pasos eran normales a medida que caía la noche, y comencé a hacerlos más saltarines por la soledad. Eso hasta que otro hombre se me divisó a lo lejos.

¿Alguien más¿ ¿Sólo? ¿Y afuera?

Las horas de la noche eran cuando las calles comenzaban a desolarse, pero ahí estaba él también. Por instinto mis pasos se aceleraron para alcanzarle por el lado contrario del callejón. No quería incomodarle pero tampoco deseaba andar solo por este páramo. Unos minutos… y nuestros pasos se acompasaron: ¿Acaso podría bailar? Reí bajo porque parecía un loco al querer seguir el ritmo de sus pasos. – Hola, ¿vives por aquí? – Le pregunte llevando mi cuerpo apenas al frente, una pose curiosa para encontrar su rostro considerando la distancia. – Es que yo vivo lejos y no sé si hay un camino más corto a mi hogar.

La noche ya estaba sobre nuestros hombros y la luna comenzaba a posarse en lo más alto. Las únicas luces que estaban ahora eran la de de los faros de las casas. Pero camino a mi departamento realmente parecía más tétrico pues mi edificio lucía olvidado. – A todo, me llamo Mao. - Le sonreí y camine más adelante para andar de espaldas, ahora ya intercambiando una posición más erguida y “normal”; mi andar continuaba.

Desde que salió de su casa sentía que ese episodio lo había vivido, “Otro deja vu” pensó un poco fastidiado por ello, no l gustaba sentir que volvía a vivir su vida, y lo peor del caso sin saber si iba bien o mal, o tan siquiera saber si había compuesto algún error. No quería pensar más pero lo estaba haciendo sumergiéndose en sus pensamientos como un filósofo de la época de Platón o Aristóteles. Rió un poco divertido por ese pensamiento y sin darse cuenta había llegado a una parte de la ciudad que no había transitado mucho, además la temperatura baja junto con la noche comenzaba a bajar- Hora de los muertos- Comentó a lo bajo prendiendo un cigarro para caminar de vuelta a su casa, al menos eso intentaría, metió las manos a los bolsillos mientras continuaba sus pasos por esas calles olvidadas y abrazadas por la oscuridad, hasta que escucho unos pasos extraños; no porque fueran tétricos o porque estuvieran sonando en una calle olvidada, si no, porque saltaban y hasta parecía tener ritmo- Un niño… no, una joven…

Sin darse cuenta se está entreteniendo en adivinar de quién eran los pasos, tomando una calada de su cigarro, y de un momento a otro se fusionaron con los propios, uno solo, pero un eco de dos- Un joven- Dijo casi seguro, una chica no podría mantener ese paso, considerando las piernas largas de Yasu. Y entonces, casi como invocación el dueño de semejante entretenimiento apareció a su lado, le sorprendió la pregunta, pero no respondió, sería extraño e inusual dar datos a un extraño, pero sin duda una sonrisa se le dibujo en el rostro tras mirarle curioso y familiar para con él. Dejo salir el aire al lado contrario al menor, para que no le diera el humo directo, mirando como caminaba juguetonamente a su lado, alzo una ceja por la información que daba “Sólo, vive lejos y se llama Mao”

¿Qué haces tan lejos... Mao-kun?- pregunto tirando la colilla del cigarro al suelo, apagándolo con su pie y continuar el paso, sin mostrar ninguna incomodidad por el menor- Bueno todos los caminos llevan a Roma, eso es lo que se dice- Sonrió un poco divertido mirando al frente un momento y volver a mirarlo- No debes alejarte mucho de tu hogar, este estará triste si te pierdes- Dijo con una sonrisa, notando como algunas lámparas de la calle parpadeaban- Yasunori, ese es mi nombre- Por fin se presento con una leve reverencia, aunque no lo dió completo- Pero dime Yasu- Le dijo , después de todo no parecía ser una mala persona- ¿Dónde queda tu casa? Si gustas, para que tu hogar no se preocupe puedo acompañarte

Su sonrisa me alivió. Pudo ignorarme por lo raro de esta situación. Podría ser la película modernizada de algún cuento infantil, el Mago de Oz tal vez. Un joven venía en la noche a preguntarle cómo llegar a casa. Si me lo planteaba de esa manera era muy extraño, estaba dándole a escoger el papel de mi guía de la luz o el villano del cuento. Al final, también termine enarcando una ceja por semejantes conclusiones pero su pregunta me sacó de esos pensamientos.

- Siempre lo hago, me alejo para buscar un lugar donde dibujar. - Esta vez dejé de verle para mirar el largo camino que dejábamos atrás y suspire divertido por Roma. - Tranquilo que mi casa no está en Roma y no hace falta un viaje en barco.

Le oí atento y pude imaginar a mis muebles en casa con una cara de tristeza. Yasunori... ojala yo pudiera dar un nombre más largo. También le dedique una reverencia. - Yasu-san. Mi casa está en... - ¡Y sonó un estruendo metálico! Di contra unos contenedores grandes de basura, de esos que parecen ser la parte trasera del mismo camión.

El encuentro tan repentino me asustó y de un salto me alejé tan rápido como pude para fulminar con la mirada ese objeto enorme.- Auch. - Sacudí mi ropa fingiendo que nada había pasado pero me detuve al comprender que quería ser mi escolta. - Yasu, gracias pero no hace falta si vives más cerca...

Vi al cielo y la luna ya estaba en su punto más alto. No es que yo fuera una doncella y menos él, pero llegar más noche sería comprometernos a un asalto. - Ya es noche y no quisiera que llegaras más tarde a la tuya por acompañarme...

Mi casa está al finalizar estos caminos y es tétrica, no creo que otra alma además de mi quiera acercarse. - Le sonreí a la luna. - Hasta tiene su reja chillona. Pero me bastaría con saber si hay algún camino para pasarme los callejones.

Le escucho atento lo que decía mirando el camino con tranquilidad, cuando iba a decirle donde se encontraba su casa escucho un gran estruendo y giro la vista preocupado por ello, mirando al menor alejarse del contenedor de basura sacudiendo las ropas, entonces se acerco para sujetarle de las mejillas mirando su rostro rojizo por el golpe, sobre todo la nariz, acerco el rostro con sutileza para darle un beso en la nariz, apenas juntando la comisura de los labios en la piel del menor- No paso nada- Le sonrió y solto para esperar a que Mao se compusiera la ropa y quitara la suciedad de la ropa, no hablo más del tema pensando que quizá tendría un poco de vergüenza por ello- No tienes que preocuparte, después de todo los caminos están conectados - Su tranquilidad se notaba y dejo de poner atención en el accidente, aunque era evidente que por su rostro se cruzaba la pregunta "¿Estará bien?"

Bueno, si es de noche no creó que sea mucha diferencia acompañar a tan bello joven a que llegue a su destino bien- Sonrió por la descripción de su edificio, imaginando como si fuera una escena de terror, solo le faltaba el mayordomo llamado "Largo" que atendiera la puerta y no pudo evitar reír un poco- Bueno, se dice que aquel que salta los caminos para llegar a la meta- Se acerco al menor para susurrarle al oído- Esos personajes en las películas siempre le suceden cosas malas- Afirmo con la cabeza con seriedad- Ya sabes, suele ser el cementerio el camino más corto o un puente que cruza el lago- No pudo aguantar más y rió cubriendo la boca con la muñeca de su brazo para poder controlarse- Pero esta bien, de cualquier manera mientras hablamos más nos estamos acercando a tu casa.

De repente un viento frío soplo haciendo sonar las ramas de los árboles que estaban en los callejones, sería algo normal pero para Yasu eso no le pareció muy agradable en el momento- Entonces...- Retomo rápidamente el tema antes de que su mente divagara en cosas que no tenían sentido para él- Solo debemos ir al final del camino amarillo ¿Cierto?- Noto aún rojizo el rostro de Mao pero no tanto como antes y toco con suavidad el rostro, sintiendo lo suave de su piel, entonces se detuvo un momento con el menor, sacando un pañuelo del pantalón, y un poco de crema- Mírame un momento- le dijo con sutileza colocando la crema en el rostro, pasando los dedos por la piel con suavidad en círculos- En donde trabajo suelen ocurrir accidentes de este tipo- Sonrió y le miro a los ojos- Golpes, por es bueno traerle- Tras ponerle crema le dio el pañuelo para que se cubriera de la nariz abajo- Mantenló un momento cubierto entre lo que seca, para que no se pegue polvo de la calle.

Tras ello guardo la crema y continuó el camino- Vamos, el camino largo es mejor, puedo escucharte más tiempo tu alegre conversación, la luna dibujara nuestro camino amarillo ¿No es mejor ir a casa acompañado que tener que cruzar la obscuridad solo?

Después de un accidente como este cualquiera hubiese reído y yo esperaba oír un murmullo o algo parecido a una risa. No hace falta decir que cuando me preparaba mentalmente para sentir vergüenza me congelé al tenerle así de cerca tomando mi rostro. ¿Dónde estaba la burla? Mis ojos le veían y yo me sentía aún más cohibido en mi sitio, privé la vista al sentir sus labios sobre mi nariz. Al separarnos entreabrí los ojos y suspire, dejando que el aire contenido de su cercanía repentina saliera de mí. Toque con dos dedos mi nariz; por un golpe recibía ¿un beso?... Él desafiaba mi seguridad... ¿Era porque me quería "curar" como se le haría a un niño o... por algo más? - "Solo me quiso curar" - Igual, después del shock mi cuerpo se movió lentamente para terminar de sacudir mis ropas, como un autómata.

No pude volver a estar nuevamente con los pies en la Tierra los siguientes segundos, pero lo que dijo de los caminos me pareció gracioso. Reí bajo también, era un buen comentario y eso me ayudo a volver en mí. - El camino fácil a mi casa, la mejor película de terror. Entonces yo soy el rubio que está en el lugar menos indicado. - Cierto, caminábamos en la noche y entre la charla ya habíamos dejado atrás el contenedor. Señalé atrás, refiriéndome a ese bote de basura con el que me tropecé. - No pase mi primer obstáculo. - El viento removió mis cabellos y me erizó la piel, era gélido... El peor camino amarillo, pero muy buen adaptación a la realidad. - Sí, de igual forma convencerte de que no me acompañes dejó de ser opción. - Era cálido saber que tendría compañía en la travesía y una lástima la notoria diferencia de complextura... no creo que uno de mis abrigos pueda cubrirlo.

- ¿Eh? - Volví a sentirme más pequeño por su mano, solo pude acatar en silencio viendo a sus ojos, expectante y curioso. Sonreí divertido por la crema, de seguro me había golpeado muy fuerte con el contenedor. - Es bueno estar siempre preparado. Hai, Yasu-sama - Extendí mis brazos como en un crucifijo para no estorbar su labor de ponerme el pañuelo, me encataba comportarme de una edad que no me correspondía. Le seguí al lado, aliviado de que no estuviera fastidiado... y encima le gustara la conversación. - Es mil veces mejor. Y la luna es más linda que el sol, aunque nos congele. ¿De qué estábamos hablando? ... - Toqué la punta del pañuelo, me cubría un ligero rubor de solo recordar cómo se me había acercado luego del incidente. En fin, escarbé en mi mente y supe de qué hablábamos: mi casa tétrica y porqué me había alejado. - De todas formas, mi hogar tétrico es más vivo cuando entras. ¿En qué trabajas? De mi familia... Aunque "familia" es mucha palabra, solo es mi hermana... Soy él único sin profesión, ella se fue al extranjero y me dejó el apartamento. - Me toqué con ambos índice mis mejillas. - A mí. Cuándo lo tuve, quité su futon... y lo puse debajo del mío, soy toda una obra del mal. - Dije como broma.

Sonrió divertido al ver que Mao hablaba libremente, tanto que cambiaba de temas constantemente entre preguntas, que no dejaba que fueran respondidas, pero no interrumpió o hizo el intento de contestar hasta que el otro hubiera terminado de hablar, o al menos así parecía, se mantuvo por un momento en silencio, dando oportunidad a que el joven continuara la plática, pero al ver que había parado se dispuso a contestar- Hablamos de las escenas de terror, pero no te preocupes- le hizo la observación, riendo un poco al notar que ya había recordado todo- Bueno, tengo trabajos aquí y allá- Comento como si nada, tranquilo de ello, tomo de su saco un tarjetero y le dio una tarjeta de presentación al menor- Pero aquí es donde me vas a encontrar- Rio divertido pero antes de que Mao tomara la tarjeta se la quito para anotar un número- Este es mi teléfono personal

Ante el comentario le dio la tarjeta, tras dar un suave beso donde escribió su teléfono, y continuo el camino como si nada hubiera pasado- Trabajo en un local de comida, en realidad soy el dueño- Observo que adelante había un grupo de personas sospechosas, y un escalofrío subió por su espalda, por inercia tomo al menor de los hombros, en una especie de abrazo, tratando de que no vieran el rostro del menor. Cambio de acera para no pasar frente a ellos, aunque ellos ya habían notado la presencia de ellos dos. Camino con pasos firmes, sin demostrar temor, era casi como un instinto de supervivencia, y cuando se alejaron lo suficiente de ellos, tomo de la mano a Mao- ¿Aún vives muy lejos Mao?- Pregunto con una sonrisa calmada.

Mirando hacia atrás, esa clase de sensación no le gustaba, incluso en las noches que le tenía casi siempre tenía alguna extraña pesadilla- Te incomoda que tenga tu mano ¿No es verdad?- Pregunto al ver la expresión del menor, y entonces con dulzura la soltó, besando la frente dl joven- Perdona, pero es deber del héroe salvar a quien no pasa el primer obstáculo.- Sonrió divertido

En ese momento, que menciono vagamente su profesión le observe nada más. Iba a tomar su tarjeta de presentación y justo cerré mis pulgares cuando me la quito. - Oye.. - Le reproché callado, aunque ya dibujaba una gran sonrisa debajo del pañuelo. Era malo para jugar a "la papa caliente", él me acababa de dar la pauta. Me tome una de mis manos sin saber que intentaba expresar con ello, indignación tal vez... pero parecía timidez. Cuándo me la dio de nuevo, sí la recibí con ambas manos y una reverencia; pero a causa de su aclaración me devolví a verlo sin creerlo.

Efectivamente, en el reverso se encontraba un número telefónico y perplejo observaba cada dígito. Respingue al oírle andar y yo como tonto mirando números. Le guarde en un bolsillo interno de mi gabardina para no perderlo, luego adelante el paso para volver a quedar a su lado. - Qué rico, - Siempre es más rico comer en esos lugares que en la misma casa, al menos considerando mis habilidades culinarias. - espérame un día de estos, que de seguro voy a visitarte. - Bien iba a continuar con la conversación por ese sentido, hasta que uno de sus brazos me rodeo y me pegó a su torso... cómo a una pareja. Seguí a su lado extrañado y le mire de reojo buscando una respuesta... pero la presencia de otras personas me respondió sin más. - ... - Mire de reojo a los extraños en la acera vecina y tome la muñeca de Yasu fingiendo que veía el camino. Ahora sí estaba cabizbajo, ¿me abrazó así para protegerme? No me veo como alguien a quién consideren para robar.

Le dejé tomar mi mano - Y-ya no tanto. - Asentí ligeramente, aunque no era disgusto sino más bien duda. Su dulce beso en mi frente me hizo cerrar los ojos y suspirar. - Pero ese contenedor... ¡apareció de la nada! Yo sé que tú tampoco lo viste. - Intenté seguirle la broma. - Arigatou por lo de hace rato, de despistado no me fije que había más gente. Pero... sabes qué soy hombre ¿ne? Aunque tenga apariencia de crío, estas piernas van al gimnasio. - Palmeé mis muslos haciendo alarde, aunque no eran la gran cosa. Una señal de "cruce de peatones" algo desaliñada me iluminó los ojos y le tire la tela de su brazo cómo un niño pequeño. - Mira, estamos a solo dos calles a cruzar. - Un campanario lejano comenzó a sonar, ¿media noche? - Te invito a pasar, té instantáneo y... si me permites insistir, a qué pases la noche conmigo. Puedo sacar el futón de mi hermana, es deber del rescatado dar un premio al héroe; sólo mira a Mario Bross, siempre le dan fichas, vidas o a la princesa.

Sonreía con todo lo que el menor le decía, cada tiempo que pasaba más con el joven, más alegre se le hacía, pero sabía, o al menos por lecturas de libros que esa clase de personas eran las más tristes, se había perdido en sus pensamientos cuando escucho las campanas. Apenas iba a decir algo referente a que había llegado a la torre del castillo a dejar la princesa pero la proposición del menor le sorprendió- ¿Quieres que pase la noche contigo?- Pregunto cordialmente ello, sabía que el joven no tenía malas intenciones, ni siquiera una propuesta en la cual incluyera la cama- Me encantaría pasar la noche contigo- Beso su mano con suavidad- Y verte dormir dulcemente- Sonrió ante ello caminando lo último que le faltaba. No le gustaba la media noche, era cuando más “frío” sentía, sería agradable pasarlo con alguien como él.

-Así que esta es la torre del príncipe- Comento al ver el lugar donde habían llegado, era un lugar humilde y por lo visto- Es exactamente una casa mágica, de aquellos que sirven para despistar a los malos- Le dijo con cordialidad, mirándole con una sonrisa, con un ademán le indico que caminara primero para que le enseñara donde estaba su departamento- ¿Debe el héroe comprar comida?

Yasu era un hombre muy caballeroso o demasiado cariñoso. No me desagradan sus atenciones pero tampoco negaré que me sentía cohibido. De verdad que no estaba acostumbrado a este trato, pero decidí cerrar mi boca unos segundos para no negarle el derecho a hablar; al menos para no ser tan mal educado... Pareciese que estaba dándole una imagen errónea de mi mismo. Cómo si me gustase oír el sonido de mi propia voz. Entonces le asentí en afirmación a su pregunta.

Su compañía a lo largo de este camino me había sacado de mi mundo un rato; un paseo por los callejones muy grato. - No creo que quieras verme. - Le dije con mi tono de voz baja; pese a que sus movimientos me dijeron que no era para nada homofobo y pudiera ser que gustaba de los hombres, cómo era mi caso. - Me mirarías dormir sin importarte conciliar el sueño. - Tome su mano de los dedos, sin ejercer demasiada presión. Musité una risa callada, que amortigüé con mi otra mano. - Sí. Bienvenido a mi casa del terror; cuando quieras estar sólo puedes venir aquí... nadie molesta a nadie, ni un alma. - Le guié a la entrada al fin, una reja que chilló después de que la abrí.