Neko Cake -Libre-

Salió de aquella pastelería con una pequeña bolsa en brazos cargada de algunos pastelillos y con una expresión decidida en el rostro. Ahora tenia lo que le faltaba para algo que se había venido planteando desde hacia ya una semana. Eran la carnada perfecta esos pastelillos y vaya que le había costado el pensar que usar para esa honorifica labor de servir de señuelo; pero no, nadie podía resistirse a aquellos pastelillos y menos aquel rival que tenia en un viejo edificio.
No muy lejos de ahí; saliendo de la ciudad realmente aunque los limites de esta no estaba muy lejos de donde ahora se encontraba. En ese lugar había una vieja escuela a la que había ido anteriormente un par de veces. Le gustaba salir con frecuencia hacia las ruinas de lo que alguna vez fue una cuidad llena de gente; sobre todo porque en los sitios que exploraba se encontraba con pequeños artefactos, algunas piezas de lo que una vez fue joyería de fantasía y cuando la suerte le sonreía algunos juguetes llenos de tierra, telarañas y bichos que los usaban ahora como hogar pero que bastaban para entretenerle un rato.

Hacia unos días que había ido a la escuela en ruinas del lugar y ahí fue donde le conoció. Un pequeño gato con un peculiar rasgo gris en el ojo derecho. Había intentado atraparle todo el día y este se había burlado de él en todos esos intentos por tenerle y lo que había sido peor en su caza por aquel felino perdió un anillo que había obtenido de aquel lugar y el cual le fue muy difícil de obtener. Sin embargo al regresar ya entrada la noche se planteo ir otra vez en busca de su anillo y de enfrentar a aquel gato aunque claro no consideraba el hecho de que este quizá ya no estuviera ahí pero daba lo mismo él quería aquel anillo de vuelta.
Se llevo aquellos pastelillos, una caja que era lo suficientemente grande para que cupiera aquel gato y una buena soga. Se adentro al sitio y de inmediato puso en marcha su plan. Ato aquella caja a una de las puntas de la soga y la arrojo hacia un candelabro de lo que anteriormente quizá seria un aula de música. Jalo de la soga para levantar la caja, el candelabro le servía a modo de polea, y el otro extremo de la soga lo ato a un pequeño piano cercano. Bajo la caja, coloco una buena cantidad de pastelillos y guardo los demás dejándolos en la bolsa.

Se coloco detrás del pequeño piano y desato el extremo de la soga para sostenerle firmemente en su mano derecha. Aquel piano no era muy alto y si no se agachaba lo suficiente seria fácilmente visto por lo que se agacho todo cuanto pudo, quedando con las rodillas al suelo y una mejilla a nada de pegar contra ese. Esperaba, esperaba una sombra al menos y en cuanto la viera aproximarse a los pastelillos soltaría la soga para dejar al gato atrapado bajo esta. Sin embargo, los minutos pasaban y comenzaba a impacientarse y claro a sentirse incomodo en aquella posición sobre todo porque llevaba unos pantalones cortos, lo que dejaba que sus blancas rodillas pegaran al suelo y lo sintieran frio, áspero y lleno de esas piedrecillas que se le clavaban en la palma de su otra mano.
Se removió incomodo y cansado, de alguna manera resignado por que el gato no era lo suficientemente valiente para aparecer; si eso era, era un gato cobarde que seguramente le había robado su anillo. – Chist… que fastidio… - Dijo para si y justo iba a dejar que todo su plan quedara en el olvido, después de todo aun tenia los pastelillos, los comería y se largaría de ahí a explorar algún otro sitio. Pero justo cuando su mano se aflojaba de la soga alcanzo a ver una sombra acercarse. No aguanto mas, ni siquiera se fijo si era el gato o no, solo soltó la soga de su mano dejando caer aquella caja y salió con aires triunfantes de su escondite. -¡Ja! Te atrape condenado gato. – Afirmo y sus ojos vagaron por el trayecto de la soga que pendía aun de aquel candelabro hasta llegar a la caja donde debajo… no había exactamente lo que había creído atrapar.

Sus ojos se abrieron a pares al ver como de aquella caja sobresalía una figura alta a la cual aquella caja le cubría el rostro. Inmediatamente se alarmo por lo sucedido y lo primero que se le ocurrió fue esconderse de aquel incidente que había sido su culpa. Miro hacia ambos lados buscando un lugar donde esconderse antes de que aquella persona se deshiciera de la caja y finalmente, sin meditarlo mucho realmente, corrió hacia tras el piano de nuevo. Se agacho tanto como pudo y se metió bajo este haciéndose un ovillo en espera de que aquella persona se fuera del sitio para permitirle el irse libre de ahí sin ninguna clase de reprimenda.