Rencontre inattendue [Priv-masashi]

Eran las 9 de la noche y apenas regresaba al lugar donde últimamente me habia estado quedando a dormir. Venia de un pequeño turno en una cafetería ya que cuando me encontraba en reminiscence disfrutaba de probar diferentes y sencillas tareas o como les llamaban; trabajos. Al salir de la cafetería, notando que el vestido que llevaba era demasiado ligero para el clima que hacía y como la gente que pasaba me miraba un poco raro seguramente por eso; lo ligero de mi vestuario tan contradictorio a la frialdad del tiempo, opte por colocarme el pequeño abrigo que habia llevado precisamente por si la noche se volvía demasiado fría. Al ir caminando de regreso a… “casa” procure tener cierto cuidado debido a las botas que acompañaban a mi vestuario ya que no quería caer y hacerme daño ya que solía ser algo torpe de vez en cuando.

De camino a casa pase por algunas cosas al centro comercial, un par de botes de helado uno napolitano y otro de puro chocolate, algunas fresas, chocolate en liquido y hasta algunas galletas y dulces. Algo que disfrutaba mucho de pasar tiempo en el mundo humano era eso, que podía probar de la comida humana aunque más que nada yo solo iba a disfrutar de las cosas dulces y demás que me encantaban. Finalmente saliendo del centro comercial camine tranquilamente por las calles, sabiendo que pronto llegaría a mi pequeño refugio en reminiscence aunque no contaba con que la noche se pondría fea tan repentinamente, bueno más de lo que el fuerte viento la hacía.

Caminaba por la acera frente a la enorme cuadra abarcada por la iglesia cuando luego del estruendo causado por un trueno grandes gotas de lluvia empezaron a caer. Algunas personas abrieron sus paraguas y otras empezaron a correr. Como cada vez que estaba en el mundo humano procuraba mantener mis alas resguardadas ya que bueno me eran un poco estorbosas al avanzar normalmente por la calle, razón por la que ni siquiera pensé en usarlas para cubrirme. Note como las gotas de lluvia empezaban a mojar parte de mi vestido y abrigo e incluso escuchaba el ruido que hacían las tremendas gotas al chocar contra el suelo o contra el plástico de la bolsa en la que llevaba las cosas que habia comprando.

Rápidamente atravesé la calle para pasarme hasta la acera de la iglesia sin embargo por lo rápido de aquello al tratar de subir la banqueta la punta de una de mis botas se atoro y gracias a ello tropecé y caí de rodillas al suelo. Un quejido se escapo de mis labios al sentir un par de punzadas de dolor sin embargo con el caer de la lluvia de momento olvide el golpe en mis rodillas y como pude me levante, dando los últimos pasos hasta la iglesia cojeando. Empuje con cuidado una de las grandes puertas de la misma y tras entrar la cerré detrás de mí, di un pequeño vistazo al lugar y no vi a ninguna persona sentada en las bancas, lo cual para mí era un alivio. No me adentre del todo en el lugar solo me recargue sobre uno de los pilares a uno o 2 metros de la entrada y me deje caer de sentón al pie del pilar, dejando que la bolsa con lo que habia comprado se quedara a uno de mis costados.

Sentía el delgado vestido pegarse a mi cuerpo desde la cintura hasta lo que abarcaba de mis piernas y por la tela del mismo incluso podía ver a través de esta la tonalidad de mi piel aunque no con demasiada claridad. No pude evitar el avergonzarme un poco por lo que inmediatamente retire mi abrigo y le acomode sobre mi regazo cubriendo parte de mis piernas y caderas. Sentía mi cabello un poco mojado por lo que lleve mis manos a exprimir ambas colitas, tratando de sacar toda el agua que estas guardaran y tras terminar con aquello solté un prolongado suspiro y con cierto sarcasmo susurre para mi mismo. –Jugar al humano nunca habia sido tan divertido…- Al des flexionar una de mis piernas sentí de nuevo una punzada de dolor por lo que lleve mi mirada a la misma y observe que de mi rodilla brotaban un par de hilos de sangre y al parecer de mi otra rodilla también. Hice un gesto de desagrado y me incline un poco para observar más de cerca las heridas.

De una pequeña bolsita escondida en mi abrigo saque un pañuelo, algo húmedo pero igual serviría y con rapidez tratando de hacerlo lo menos doloroso posible, retire los pequeños pedazos de vidrios incrustados en mi piel, causantes de aquellas punzadas de dolor y de aquellas heridas de las cuales brotaba mi sangre. Con el pañuelo me dedique a limpiar aquellas heridas y recargando completamente mi espalda en aquel pilar, eche mi cabeza hacia atrás y cerré mis ojos mientras esperaba que mi naturaleza hiciera su trabajo y terminara de cerrar aquellas pequeñas heridas. – El helado se derretirá…- Susurre para mi mismo entre un pequeño suspiro.